Por Antonio Orlando Rodríguez
Fuente: El Nuevo Herald
Fecha de publicación: febrero 26 de 2010

Si es usted no vio Diciembre, la obra que la compañía chilena Teatro en el Blanco presentó durante dos noches en el Byron Carlyle Theater de Miami Beach, lamento decirle que dejó escapar uno de los espectáculos más importantes que se han presentado en nuestra ciudad en los últimos tiempos.

Escrita y dirigida por Guillermo Calderón, Diciembre es una fábula futurista que transcurre en Santiago de Chile la noche del 24 de diciembre del 2014, en medio de un escalofriante conflicto multinacional: el ejército chileno ha invadido Perú, ha bombardeado Machu Picchu y está a punto de conquistar Lima; los mapuches, pobladores autóctonos de Chile, han creado su propio estado y luchan por su independencia; Sendero Luminoso está más fuerte que nunca y Bolivia, balcanizada en tres repúblicas, se defiende de Brasil, que pretende… ¡venderle la selva amazónica a China! En ese contexto, un soldado de permiso celebra la Nochebuena con sus dos hermanas mellizas, quienes defienden posiciones antagónicas sobre la guerra. La larga conversación de sobremesa se convertirá en una intensa batalla sobre un campo minado.

Con generosas dosis de humor negro y sátira, este contundente ejercicio dramatúrgico propone una relectura de la historia de Chile desde los tiempos de la conquista y la Guerra del Salitre hasta nuestros días. Diciembre es una especie de vade retro contra las ínfulas de grandeza y el exacerbado patriotismo de la peor «chilenidad»: una fábula social pródiga en inventiva que examina, en clave de parodia, la sociedad y la idiosincrasia del país austral. Una comedia amarga de singular perfección, que se burla de casi todo y disecciona el tejido de los fundamentalismos con un afilado escalpelo.

El montaje, fiel a la «estética del minimalismo» propugnada por Teatro en el Blanco, se apoya en escasos elementos escenográficos y de utilería, y tanto las luces y como la banda sonora son manipuladas por el propio elenco durante la escenificación. Calderón privilegia el trabajo actoral y consigue de sus intérpretes un sobrio manejo de las emociones y un fructífero compromiso con cada línea del texto. Trinidad González, Paula Zúñiga y Jorge Becker asumen a los tres hermanos con un admirable sentido de la verdad, una fina ironía y una vulnerabilidad a flor de piel, pero, además, se desdoblan en otros tres personajes que reciben un tratamiento diferenciador: la tía conservadora y dipsómana, el tío convencido de que los extraterrestres se vengarán de los chilenos por la desaparición de Machu Picchu y la ex novia abandonada, que vive en un país donde los hombres o están en el frente de combate o han retornado mutilados a sus hogares. Cuando el espectador tiene la certeza de que ya los actores lo han entregado todo sobre el escenario, los exigentes monólogos de la sobrecogedora coda ponen de manifiesto, sorpresivamente, un nivel aún superior de entrega y bravura.

«Nací en una época equivocada: el mundo está lleno de patrias», dice una de las hermanas. Diciembre propone, con inteligencia y maestría artística, una inquietante y conmovedora reflexión acerca de los efectos de la guerra sobre la condición humana, pero también sobre la vigencia del racismo y la exacerbación de los nacionalismos en Latinoamérica y el mundo.

Diciembre nos deja deseosos de ver Neva, otra alabada producción de Teatro en el Blanco presentada con éxito en numerosos países. ¿Será posible? Un grupo de esta envergadura podría ser de gran interés dentro la programación de alguna de las próximas ediciones del Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami. Por lo pronto, agradezcamos a Cultura del Lobo y Miami Dade College Cultural Affairs la oportunidad que nos dio de ver 70 minutos de teatro con mayúsculas.