Mauricio Rentería, Mabel Roch y Larry Villanueva en 'Cartas de amor a Stalin'. Foto: Julio de la Nuez. Cortesía del Archivo Digital de Teatro Cubano.
Mauricio Rentería, Mabel Roch y Larry Villanueva en ‘Cartas de amor a Stalin’. Foto: Julio de la Nuez. Cortesía del Archivo Digital de Teatro Cubano.

A punto de concluir el año 2012, Artefactus Cultural Project, en su afán investigativo y con el interés de aportar testimonios de la actividad teatral de la ciudad en nuestros días, se aventuró a formular una pregunta a varias personalidades del mundo de las artes y la literatura en Miami. La iniciativa despegó un poco tarde, pero tuvo la acogida esperada. Las respuestas que gentilmente nos han enviado, revelan otro perfil del teatro en Miami, ese que construye el espectador experto, basado en su análisis crítico de la puesta.

Para nuestra investigación se pidió a los encuestados que seleccionaran una puesta en escena de producción local, representada en la ciudad de Miami durante el 2012.

Los encuestados responideron a la pregunta:

¿Cuál ha sido la producción teatral más significativa del año?

TERESA MARÍA ROJAS

Cartas de amor a Stalin, de Mayorga, en el teatro Abanico, dirigida por Alberto Sarraín, con tres impecables actuaciones. Los actores Mabel Roch, Mauricio Renteria, y Larry Villanueva, encarnando a Stalin, lograron una de las mejores puestas de escena que hemos visto en Miami en muchos años. El azar quiso que Cartas de amor a Stalin, fuese representada en el 2012, pero, ciertamente, Cartas de amor…, perdurará en la historia del teatro miamense, más allá de esa fecha.

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LILLIAN MANZOR

Para mí, una producción teatral significativa consiste en una excelente puesta en escena que haya logrado la transformación creativa de un buen texto dramático, que le pueda hablar al público del momento y cuyo proceso de creación sea transformador para los artistas involucrados. Esto lo logró Cartas de amor a Stalin de Juan Mayorga, dirigida por Alberto Sarraín, en Teatro Abanico, por las siguientes razones:

-un excelente texto sobre la censura, la relación entre el arte y el poder, y la seducción que ejercen los dictadores en los artistas, de una actualidad sorprendente.
-espectacularmente, una bellísima puesta en escena con un extraordinario diseño de escenografía de Alain Ortiz que capta el cambio de la Rusia modernista a la estalinista y que termina en esa bella y triste nevada final; un exquisito vestuario de Luis Suárez sobre todo el del personaje de la Bulgákova; un maquillaje estupendo de Adela Prado, sobre todo en la creación del personaje de Stalin que se puede ver en esta secuencia: http://cubantheater.org/digitalobject/14140; un impecable diseño de luces de Pedro (Pyry) Remírez de Estenoz que crea las diferentes atmósferas espaciales y las sicológicas y emotivas de los personajes; una magnífica dirección de Alberto Sarraín que logra los diferentes matices de Stalin y Bulgákova en las impecables actuaciones de Larry Villanueva y Mabel Roch, al igual que la desesperación y la locura del Bulgákov de Mauricio Rentería.
La puesta logró, además, el regreso a las tablas de Miami de Larry Villanueva —!lo extrañamos como actor!— e involucró a varios estudiantes de la Academy of Arts and Minds en el proceso, incluyendo el de la proyección de los supratítulos en inglés —importantes para que los que no hablen español puedan acceder a nuestro teatro.
La conjunción de todos estos elementos hizo que Cartas… fuera una puesta que nos sacudiera y nos conmoviera como espectadores.

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MATÍAS MONTES HUIDOBRO

Cartas de amor a Stalin ha sido en mi opinión la producción teatral más significativa del 2012, por la obra en sí misma, con un desarrollo preciso de problemas medulares colectivos e individuales, con una dirección impecable de Alberto Sarraín (posiblemente la mejor de su carrera), sin concesiones, y una excelente dirección de actores, en particular, con un cuidado minucioso de los más mínimos detalles. Aunque, naturalmente, no he visto toda la producción escénica del 2012, y posiblemente existan otros montajes que lleguen a igualarla, me es difícil imaginar un montaje que logre superarla.

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ANTONIO ORLANDO RODRÍGUEZ

De las producciones locales que vi, la más sobresaliente fue Cartas de amor a Stalin, del dramaturgo español Juan Mayorga, presentada en abril en una producción de La Ma Teodora, Teatro Abanico y el Archivo Digital de Teatro Cubano de la Universidad de Miami. El desempeño de sus tres intérpretes (Mabel Roch, Larry Villanueva y Mauricio Rentería) y la creativa y esmerada puesta en escena de Alberto Sarraín sobrepasaron todas mis expectativas, que, por cierto, eran muchas. El resultado fue algo poco frecuente en nuestra ciudad: un espectáculo sin costuras, profesional, al que hicieron importantes contribuciones Alain Ortiz en la escenografía, Luis Suárez en el vestuario y Pedro Remírez en el diseño de luces. De primera también el afiche de Teo Beceiro, inspirado en la gráfica soviética de la época en que transcurre la obra. Este ambicioso y estremecedor montaje, que disfruté de principio a fin y que lamento mucho no haber ido a ver una segunda vez, se ha convertido, para mí, en un referente del nivel de calidad que puede y debe alcanzar el teatro “made in Miami”, y que merecemos y debemos exigir sus espectadores.