Mayra Marrero
Especial/el Nuevo Herald / 10.13.2014

Artefactus Cultural Project inauguró su espacio, una sala teatro ubicada en West Kendall, y lo hizo con una obra para niños y jovenes. Su ubicación les hace pioneros en acercar el teatro hispano a un área residencial fuera del circuito teatral de la ciudad. Esto se convierte en un desafío para el equipo de trabajo y, especialmente, para su director Eddy Díaz Souza.
El domingo en la tarde, las luces tenues de la sala dejaban ver a familias que llenaron la sala con la avidez por la búsqueda de una aventura, que les hiciera romper la inercia dominical y la tranquilidad hogareña.

El príncipe y el mar, escrita y dirigida por Díaz Souza, cuenta la historia de Mariano un niño que sueña con conocer el mar y convertirse en capitán de barco. Para ello tendrá que vencer la sobreprotección de sus padres y apoyarse en su comprensiva abuela, quien se brinda a ayudarlo.
Díaz Souza crea un espacio escénico funcional y dinámico, donde prima el juego del teatro dentro del teatro. Los móviles en la escenografía apoyan el relato. El espectáculo logra cautivar a los niños que desde el principio se identifican con Mariano y participan en el juego tratando de buscar un culpable.

La credibilidad de Leandro Peraza, transformado en un niño grande, apoyándose en la “torpeza” gestual infantil sin llegar a lo caricaturesco, es premiada por la identificación del público.

Foto: Julio de la Nuez.
El elenco formado por Roxana Montenegro (Petra), la madre de Mariano; Francisco Porras (el padre); Oneysis Valido (Hada) trabaja con cuidado sus personajes, aventurándose al placer de contar historias e interviniendo el espacio escénico con energía e imaginación.

Mención aparte merece Daisy Fontao en su incansable ir y venir por el escenario, que obsequia con humor, dominio escénico y, sobre todo, pasión a la abuela de los sueños, la que muchos recordamos apoyándonos en las travesuras o deleitándonos con cuentos mientras los ojos se cierran por el cansancio.

El príncipe y el mar es una aventura narrativa divertida, creada con sencillez y al mismo tiempo educativa que se extiende más allá de la representación teatral, porque una vez finalizada la obra, el escenario se transforma en un espacio de juegos donde los niños dibujan lo que acabaron de ver.

Deja una respuesta