El segundo número de  CentroMolinos, revista especializada en teatro para niños y jóvenes, circuló en agosto de 2003.

EDITORIAL

Dos inspirados y lúcidos mensajes recorrieron el mundo entre el 20 y el 21 de marzo del año en curso. El primero, con motivo del Día Mundial del Teatro para niños, niñas y jóvenes; el segundo, a razón del Día Mundial del Títere. En estas páginas podrá adentrarse en la lectura de ambos textos, que nos invitan a celebrar y a reflexionar. Claro que cualquier momento es propicio para echar una revisada a nuestra estructura, a nuestra casa, a nuestros actos, a nuestras herramientas, a nuestro pasado y nuestro futuro. La ejercitación de la memoria puede evitarnos tropiezos o reincidencias, ya sea gracias a nuestros aciertos y errores o a los ajenos.

También es necesario dedicarle tiempo al futuro, a los proyectos, aunque, por supuesto, ellos pertenecen a la esfera de lo fantástico, ese universo de lo posible donde el submarino de Julio Verne, por ejemplo, puede traspasar la frontera entre lo mágico y lo real, o permanecer en las aguas de lo poético como la metáfora de un pájaro marino.

Con los proyectos a futuro nunca se sabe. Sobre todo si las instituciones estatales que han sido creadas con el propósito de orientar y asistir a colectivos, entidades e individualidades dedicadas al arte, sufren de la misma inestabilidad económica que sus beneficiarios.

Pero es ésta una realidad que recorre América, con mayor o menor similitud y hondura. Antonio de Urquiza, desde Argentina, nos presenta un cuadro sobre la situación del teatro para niños en Latinoamérica (“Notas temáticas: El Teatro para niños y jóvenes. Breve Cuadro de situación en Latinoamérica y en la Argentina”, en: http://www.atinaonline.com.ar/) donde, por supuesto, la lista de dificultades y carencias es infelizmente abundante. También en su detallado informe hace mención sobre la crisis económica por la que atraviesa su país, y apunta con verbo firme hacia la indeferencia del Estado y su ya acostumbrada ausencia de una “política cultural que se revierta en un apoyo a la actividad teatral”.

En lo que concierne a Venezuela, aún las agrupaciones teatrales aguardan por los aportes económicos del Consejo Nacional de la Cultura (CONAC) para echar a andar sus producciones.

En este sentido señala Urquiza que “en muchos países en donde sus teatristas están acostumbrados a producciones subvencionadas [se] produce [una] verdadera parálisis y se crea una verdadera sumisión creativa ante la subvención estatal”. Puede que tenga algo de razón, pero cabría preguntarse hasta qué punto el Estado debe garantizar el acceso de las masas a la cultura y qué grado de responsabilidad tiene éste en el desarrollo de sus valores culturales como Nación. ¿Debe el Estado brindar apoyo económico a las artes y a sus artistas o sólo debe generar mecanismos que lo impulsen? ¿Los entes subsidiados por el Estado, pierden necesariamente su autonomía creativa? ¿Qué pasa entonces con agrupaciones y artistas que son financiados por la empresa privada?

Son tantas las interrogantes, que cada vez es más necesario prensar (y pensar) los nudos de esta red que se va tejiendo, por y para el teatro infantil. La comunicación y el intercambio de experiencias y realidades, decididamente, nos hará mejores.

Ojalá y este nuevo número de CentroMolinos, nos ayude en alguna medida a repensar y construir el presente, que paso a paso se nos hace futuro.

Eddy Díaz Souza / agosto, 2003.

Puede leer todos los contenidos de esa edición, activando el siguiente enlace: